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¡Mira, un nido de golondrinas!

Todo comenzó en 2016 cuando mi amiga Aurora soñó que yo pintaría esta pared y preparé un boceto para el gran muro, no obstante dos años después se ha llevado a cabo con algunos matices. La Asociación Cultural “Serratilla”, con la intención de revalorizar Utiel y sus calles, han comenzado a crear un “Museo al aire libre”. Cuál fue mi sorpresa cuando me pidieron unos bocetos. En la reunión me comentaron varias propuestas. Entre ellas estaba la opción de mostrar cómo los ciudadanos edificaban sus casas sirviéndose de las murallas. Fue entonces cuando el formato de la pared me invitó a alzar una gran puerta. Como muchos sabéis tomamos como referencia la antigua “Puerta Nueva” o “Puerta de Requena” que se encontraba por entonces en la Calle Real de Utiel.


Llegó el día en que me enfrenté y por suerte no estaba sola todos los días. Cuando te enfrentas a un reto es bueno contar con apoyo físico y moral. María miró la pared y dijo algo así como: ¿es muy grande no?, pero bueno ¿tú lo ves?, le respondí de inmediato: yo lo veo. Entonces ella repitió: ¡pues si tu lo ves, yo también lo veo! y comenzó la función.


Mientras poníamos la pared a punto y marcábamos referencias, para encajar el dibujo, llegó la plataforma. Fue casi una odisea meterla en el parque, pero con ayuda de la grúa y esquivando los cables se logró llevar al sitio. Es la pared más alta que he pintado, pero ¿quién dijo miedo?, ¿qué es el vértigo?: algo que casi perdimos a los pocos minutos de subir. Tiramos unas líneas y pronto nos pusimos a manchar.


Aparentemente esculpido, coronando el mural reinan el Escudo de la Monarquía Hispánica de Carlos II y la inscripción de la reforma realizada durante su mandato. Almenas si, almenas no, esa fue la cuestión, barajamos varias opciones, pero sin duda se tomó la correcta. Dos filas de almenas descansan sobre la muralla que sostiene el gran escudo. Pinceladas sueltas dan forma a las personas que habitan el espacio, están tratadas con soltura sin enfatizar en detalles, para que el espectador complete la obra con su mirada. “¡Esa soy yo! ¡Somos Pepito y yo!” Exclamó Hortensia al ver su imagen reflejada en el muro. Efectivamente era su fotografía. Para realizar el boceto me serví de fotos de archivo de Utiel y cuál fue la sorpresa al descubrir que los niños que había pintado eran los padres de dos buenos amigos. Se añadieron a la composición algunos detalles, como la flor y la perra de la Hortelana. Por el momento se desconoce quién son el hombre de la escalera y la gran señora que se ocupan de dar cal en las paredes. Lo que sí sabemos es quién se encuentra al otro lado de la muralla del parque. Porque no podía faltar algún detalle para los más pequeños. Un gran olmo da cobijo a la puerta del “Ratoncito Pérez”, que aunque no destaque a simple vista, aparece encalando su trozo de muralla, trayendo a tiempos cercanos las viejas costumbres. Y ¿cómo no? el gato. Un gato misterioso se camufla con la ventana, cual guardián protegiendo el hogar. Las piedras, que se funden a lo lejos, te adentran en la calle que aparenta sombría y fresca, arropada por manchas y veladuras que construyen las casas. Un humilde balcón recoge a un grupo de geranios que conversan sobre el tamaño de la señora que hay bajo ellos. ¡Es demasiado grande! Por supuesto y con toda la intención, porque las mujeres somos muy grandes; va por todas aquellas que nunca obtendrán el reconocimiento merecido. Escuché un comentario desde la plataforma que me llamó la atención. Una niña dijo algo así como: mira mamá, están pintando la pared, ¡son chicas!, exclamó casi extrañada, pero estoy convencida de que vernos allí en lo alto, le dio valor para llegar a hacer grandes cosas.


Tirantes, cuatro mangas, capucha, guantes, chubasquero… eran necesarios un sinfín de complementos para poder adaptarse al clima según transcurría el día. Llevaba mucho tiempo sin llover, pero todo calló para entonces, los días de trabajo se retrasaban y aunque quería seguir avanzando no era posible. Fueron necesarios 17 días de trabajo intenso para plasmarlo. Los vecinos y paseantes fueron muy amables durante el proceso, al tercer día mi voz estaba casi desapareciendo de comunicarme con ellos desde las alturas, pues la mayoría mostraban su interés por lo que estaba pasando. Una gran puerta aparecía ante sus ojos. Tuvo que ser asombroso ver cómo fueron levantados en su día aquellos muros, sobre los que descansaban las distintas puertas que rodeaban Utiel.

 

Escribí un pequeño texto recogiendo el concepto del mural, que finalmente se grabó en el tronco y se muestra a continuación, no sin antes agradecer a todos los que pusieron su pincelada en el muro, directa e indirectamente. Ha sido un placer pintarlo y recibir las críticas de la obra. Me siento gratificada por la aprobación que ha tenido y el respeto que se le muestra. Continuaremos trabajando para un Utiel mejor.


Renace bajo el cielo “La puerta de Requena”,

desde un lugar de la nada,

recordando a aquellos,

que se adueñaban de las murallas

para levantar sus moradas.
Encalaban bajo el sol

que iluminaba sus espaldas

mientras los niños por fortuna disfrutaban.


Tania Moya Jiménez


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